9/04/2010

Autor: Gustavo Demaría Molinari


Autor: Gustavo Demaría Molinari


Fotos de Gustavo Demaría Molinari

Las fotos que se editan a continuación pertenecen a Gustavo Demaría Molinari, docente de Fotografía Documental de la carrera de Artes Combinadas de la UBA y miembro fundador del colectivo fotográfico Octoacto.org. Fueron tomadas como parte de un trabajo para los alumnos de la materia sobre cómo documentar una obra de teatro.
Tomadas en cámara Arriflex con película blanco y negro 35 mm.




Reportaje en revista La Imberbe 9 /Tucumán

Mariano Moreno, uno de los secretarios de la Primera Junta de Gobierno, escribió el decreto que hace las veces de texto original en el que se basó esta obra. El original fue publicado por la Biblioteca Nacional de la República Argentina y los hechos históricos puestos en escena se atienen a la verdad histórica. Surgen así algunas cuestiones incontestables: Mariano Moreno es quien redacta las leyes y reglamentos que dieron vida a la Nación y ésta lleva el estigma de un asesinato político.
Haber elegido este decreto, en el que Moreno reconoce que honores y atributos del Antiguo Régimen eran por aquel entonces necesarios para que se reconociera en los nuevos gobernantes una potestad que surgiera del pueblo mismo, podría parecer un contrasentido. Sin embargo, este decreto, con el que se derogan dichos honores, no sólo habla de las circunstancias políticas en las que nació la Patria, sino también de que los poderes fácticos no abandonan el campo de conflicto sin luchar. Y es este dato – tanto como la conmemoración del Bicentenario – el que le otorga una contemporaneidad en la escucha sensible del espectador actual.
En charla con Gabriela Borgna, una de las dramaturgas a cargo de la realización, profundizamos en los sentidos posibles de esta obra.
LI: El ciudadano Moreno es una obra de verdad histórica, real, efectiva. ¿La obra se remite sólo al escrito histórico o tiene una reinterpretación o adaptación propia?
GB: El ciudadano Moreno es una obra creada por la directora Teresita Guardia y quien suscribe, tomando como punto de partida el Decreto de Supresión de Honores, que es el último escrito de Moreno, como uno de los dos secretarios de la Primera Junta de Gobierno. Moreno presentó el decreto y su alegato previo el 6 de diciembre de 1810 en el Cabildo, un día antes de que caducara la Primera Junta. Dos días más tarde salió publicado en La Gazeta de Buenos Aires y en marzo de 1811 Moreno fue asesinado a bordo del buque británico “Fama”, cerca de las costas de Río de Janeiro, según denunciaron dos años más tarde su hermano Manuel y, quien fuera su secretario, Tomás Guido.
Una cosa es el decreto, real, concreto, parte de la documentación histórica de la Nación, y otra la obra. Desde el proceso de improvisación para un texto de la aridez de un decreto –que tiene, por otra parte, una ironía feroz contra sus adversarios políticos– fuimos incorporando tres personajes: La Patria al inicio, que pone al espectador en situación, el funcionario que lee el texto puro del decreto, y la muerte, que entra al final. Sí, es cierto que nos atuvimos a una de las dos corrientes historiográficas que sostiene que Moreno fue asesinado y se basa en una serie de fuentes documentales.
LI: Una voz me dijo recientemente que uno sólo da cuenta de lo que le llega porque ya lo tiene incorporado de alguna manera. ¿Cómo es que llega a sus manos el decreto y qué pasó para que tomen la decisión de llevarlo adelante como una obra de teatro?
GB: Es cierto. Moreno es uno de los personajes de la Revolución de Mayo que más admiro. Era jacobino, sin duda. Suya es la responsabilidad del fusilamiento de Liniers – que desde Córdoba preparaba la contrarrevolución –, pero antes que un Robespierre sanguinario, era un idealista como Dantón. De hecho, murió traicionado como Dantón.
El decreto llegó a nuestras manos porque trabajo en la Biblioteca Nacional, que lo publicó en 2005 como un mini-libro para una de las ferias internacionales a las que fue invitada. Lo leí y me enamoré de esa escritura apurada, que no respira ni deja respirar. Ya había leído otras cosas de Moreno, como su controvertido Plan de operaciones, sobre el que se sigue debatiendo entre los historiadores si es suyo o apócrifo, y a partir del cual se lo acusa de conspirador jacobino, agente de la Corona Británica, etc.
En cuanto a su elección, con Teresita veníamos hablando desde hacía un tiempo de hacer algo juntas, y como Moreno es una suerte de olvidado de la historiografía liberal, que privilegia, desde la escritura de la Historia que hizo Bartolomé Mitre a fines del Siglo XIX, la figura de Saavedra y lo que luego se configuraría como el Partido Unitario. Lo que más nos gustó del decreto es que Moreno revela que para construir una Patria como campo simbólico en el imaginario colectivo, había que hacer concesiones al imaginario del Antiguo Régimen y, simultáneamente, destruye cada uno de esos ornamentos que configuran una determinada noción de Patria, con la que se puede estar de acuerdo o no. Era el texto perfecto – para nosotras, claro – para debatir la idea de construcción de una identidad nacional y violencia política que, por cierto, hecho desde Tucumán en medio de los Juicios contra los genocidas, resuena de otra manera.
LI: ¿Cuánto tiempo llevó ponerlo en escena? ¿Cuáles fueron los desafíos o dificultades que tuvieron que resolver: el vestuario, la música, el hecho de que sea una mujer quien interprete a Moreno, que sea unipersonal, las distancias que separan la directora de la actriz, poner sobre la mesa nuevamente este texto en sí? Y si ninguna de esas instancias fue una dificultad, ¿pueden contarnos como resolvieron cada una de ellas?
GB: Vivimos a 1.300 kilómetros de distancia, cada situación de ensayo conjunto implicó una ingeniería de tiempo y dinero que, de hecho, no siempre pudimos concretar. Los dos primeros ensayos fueron el 26 y 27 de febrero de este año, en Tucumán, con temblor incluido (por suerte, yo soy mendocina y los temblores son parte de mi vida). Largas y fructíferas horas en las que mientras improvisábamos, íbamos encontrando a los otros personajes; algunas ideas sobre la música, que después concretó Santiago Padilla de una manera fantástica, el arte de programas y afiches que Pablo Ríos llevó a lo mejor del arte plástico. Por decisión unánime, ésta es una producción absolutamente independiente de dineros públicos, Desde un primer momento, teníamos claro que no queríamos hacer una reproducción arqueológica, sino una puesta en la que los signos escénicos “remitieran” a la época pero que, también, pudieran ser leídos contemporáneamente.
En cuanto a que una mujer interpretara a Moreno, no fue una dificultad porque siempre está presente en el texto una duda: ¿Moreno habla por la Patria o es “hablado” por la Patria? Y la Patria es mujer en nuestra iconografía heredada de la Marianne de la Revolución Francesa y si nos vamos aún más atrás, desde Roma y la loba que amamantó a Rómulo y Remo…
Volvimos a ensayar en el Espacio Cultural Carlos Gardel en abril y, a partir de ahí, internet mediante, el trabajo se fue haciendo con la asistencia a distancia de mi directora. Finalmente, llegué a Tucumán cuatro días antes del estreno para ensayar a morir, y estrenamos en La Sodería el 20 de junio, con algunas dificultades mías con la memorización del texto, que es más arduo de lo que suponía, para no equivocarse.
Esta es una producción totalmente tucumana, salvo mi persona y, gracias a Teresita y su sentido de los campos simbólicos, estrenamos El ciudadano Moreno en el aniversario de la creación de la bandera por Belgrano, que no es como cuentan los libros escolares. Belgrano no se inspiró en el cielo, sino en los colores de los Borbones (basta con remitirse al cuadro de Francisco de Goya, “Retrato de Carlos IV y familia”) porque hasta después del 25 de mayo de 1810, no llegó a Buenos Aires, la noticia de que la Junta de Cádiz había caído ante las tropas napoleónicas. De paso, vaya una reivindicación para los andaluces, que se alzaron contra la invasión y de nuevo se hace presente Goya con su cuadro “Los fusilamientos del 2 de mayo”, de donde sale el fanal que está todo el tiempo encendido en escena, hasta la muerte de Moreno. Ese fanal es trabajo de mi compañero Alfredo, quien hizo una obra maestra de truca electrónica para que se prenda y se apague a distancia. La galera fue un préstamo de los compañeros que trabajan en la Casa Histórica, Teresita cosió uno por uno los “corazones” que van en mi tocado, que fue obra de Jackie Fariña.
LI: ¿Cuál es la intención de la obra? Y respecto de la intención, ¿les parece que el poder fáctico que no abandona el campo de batalla sin luchar está en todos los ámbitos y no sólo en la política? ¿Es paradójico pensar que vivimos en democracia? ¿Les parece que hoy las cosas han cambiado respecto a aquella época?
GB: La intención de cualquier obra es siempre múltiple y muchas veces contiene elementos inconscientes. Los concientes, para nosotras, fueron homenajear a Moreno, traer su escritura a nuestra contemporaneidad, hablar de violencia política mientras se juzga a los genocidas, elípticamente aludir a los “vuelos de la muerte” como mecanismo de desaparición forzada de personas durante los Años de Plomo, dar cuenta de que el asesinato político está siempre presente en la construcción histórica, aunque nunca con la deshumanización que vivimos en los años 70.
A mi criterio, los poderes fácticos son siempre políticos, así hablemos de las micropolíticas de la vida cotidiana. La sexualidad es política, si no, no hay forma de explicar los femicidios. Y por esta misma condición política, el campo de conflicto es tal: unos no quieren abandonarlo y otros quieren instalarse en él para dirimir el conflicto a su favor. Así se construyen las leyes, las formas del prestigio, los discursos dominantes…
No creemos que vivamos en una paradoja de la democracia, de ninguna manera. Costó demasiada sangre y hay mucha lucha detrás que debemos aprender a reconocer aunque haya gente que –por edad o por lo que fuera– no protagonizara esas luchas: las Madres, Abuelas, familiares, hijos, los ex detenidos, son todos ellos ejemplo de esa lucha.
Podemos acordar en que vivimos en una democracia imperfecta y que es nuestra responsabilidad ciudadana su perfeccionamiento. Hace unos años atrás, ¿quién hubiera pensado que, en Tucumán, mientras se juzgaba a los genocidas, los colectivos de diversidad sexual llevarían adelante su propia lucha? ¿O las presas comunes fueran acompañadas por gran parte de la sociedad para poder representar “La casa de Bernarda Alba” afuera del penal? Hay mucho que cambió: hay por lo menos dos generaciones que nacieron en democracia, que no tienen la más remota idea de lo que significó para nuestra generación –la de Teresita y mía– vivir bajo la espada de Damocles de los golpes de Estado, de la represión, en cada intento más feroz y despiadado, de la desaparición forzada de personas que eran nuestro prójimo, en el sentido de “los más próximos”. Si nosotras como generación tenemos esa herida tatuada en la piel con tinta invisible, la generación de mi hija mayor (la que está entre los treinta y cuarenta) tiene su propia herida: la de los hijos apropiados cuyo destino aún no conocemos.
LI: A tantos años del decreto, ¿saben de otras personas que lo hayan tomado para hacer una obra?
GB: Que sepamos, no. De hecho, en cada lugar donde se hizo, siempre pasaron dos cosas: la gente mayor acuerda con nuestra mirada y los docentes, sorprendidos, nos piden el texto del decreto para trabajar con sus alumnos de secundaria o terciario (lo que, de paso, habla de cómo se narra y escribe la historia argentina). Sí sabemos de otros trabajos hechos en torno de la Primera Junta y Mayo de 1810: en Catamarca, María Pessacq y otros actores están haciendo una farsa que se llama “Desmayos de mayo” y en Buenos Aires, Enrique Dacal tomó todo el proceso de la Semana de Mayo, pero desde una perspectiva diferente, no en cuanto a lo histórico, sino en cuanto a lo puramente teatral: es una comedia dramática con varios personajes.
LI: ¿Creen que van a contrapelo de las tendencias actuales en teatro en general?
GB: Por un lado, habría que hacer un paréntesis respecto de las tendencias con relación a los montajes que se hicieron, se están haciendo y se harán, durante el Bicentenario, porque es una fecha muy fuerte en el imaginario de todos los argentinos. ¿Cuántas veces, en el término de una vida, se pasa por uno?
Por el otro, el unipersonal es un formato de largo arraigo en nuestra teatralidad, ya sea el soliloquio de un personaje, ya sea un actor o una actriz interpretando varios personajes. En parte porque es un formato relativamente fácil de producir aunque no tan sencillo cuando hay que estar solo o sola sobre la escena: no hay compañeros que te contengan, no es una construcción colectiva y este hecho, al menos en mi caso, que debuto como actriz (si es que puedo llamarme así), produce inseguridad. Otra cosa es que la disfraces y salgas a comerte al espectador, algo que en este caso, debo totalmente al conocimiento y cuidado que puso la directora conmigo.
LI: ¿Cuánto cambió del ensayo al debut? ¿Cuál fue la respuesta del público?
GB: Por suerte, cambia función tras función. Una actriz amiga catamarqueña me dijo algo que, para una debutante, es un gran consejo: El teatro siempre te da revancha. Si la función de ayer salió mal, la de hoy saldrá mejor. Y es muy cierto, no sólo porque el teatro es siempre una obra en proceso – se van encontrando nuevos matices, nuevos significados a un texto al que parece que ya se le exprimieron todos los posibles – y porque nunca el público de hoy es el mismo que el de ayer, ni tiene el mismo ánimo. En general, la respuesta de los espectadores es muy agradecida, a mi criterio, porque reconozco que hay que estar dispuesto a escuchar un “decreto” y sus fundamentos y aceptar que eso puede convertirse en un hecho escénico. Pero además, descubren a Moreno, salvo – repito – la gente mayor que lo estudió en la escuela o le interesaba su figura o la historia. Hubo funciones en las que se captó la feroz ironía de su escritura; en otras, prima el asombro ante la modernidad de sus ideas.
LI: El itinerario fue Tucumán, Catamarca y ahora Buenos Aires. ¿Qué más nos pueden decir en cuanto a cómo van a seguir las presentaciones?
GB: El itinerario fue más complejo: el 20 de junio debutamos en La Sodería de Tucumán; el 21, lo hicimos en La Primitiva de Catamarca. El fin de semana siguiente fueron dos funciones: el sábado 26 en La Ventolera de Salta y una el domingo 27 en Jujuy, en el Teatro de la Vuelta del Siglo. Desde el 3 y hasta el 31 de julio, hacemos cinco funciones en el Espacio Carlos Gardel de Buenos Aires, todos los sábados a las 21. En cada lugar, fue un espacio escénico diferente, adaptarse a las condiciones de producción de cada sala, su técnica y… ¡con los partidos del Mundial en el medio! En agosto, haremos dos funciones en un fin de semana en Córdoba, en la sala Quinto Deva, como parte de un ciclo que se llama “Los huevos de la serpiente”.
LI: Algún comentario para el cierre…
GB: En lo personal, fue un ejercicio aceleradísimo de actuación. En lo colectivo, no puedo menos que agradecer a todos, desde la directora hasta los compañeros dueños de sala que confiaron en algo que no habían visto, a los Jóvenes Solidarios de Alderetes, del barrio La Antena, que vinieron a vernos, a Sara Mrad de Madres de Plaza de Mayo de Tucumán, a todos los amigos y amigas que estuvieron ahí, dando una mano o siendo espectadores.
Datos Extras:
-Gabriela Borgna es periodista y gestora del área de teatro, formada por Augustos Fernándes. Trabaja en la Biblioteca Nacional, a cargo de un proyecto audio-libros para la Biblioteca de Ciegos “Vicente Quesada”.
-Teresita Guardia, la directora, es una de las fundadoras de La Sodería Casa de Teatro, y organizadora del Festival de Teatro Experimental Víctor García. Como gestora, se le reconoce la coautoría de la Ley provincial del teatro 7854/06 y de la Ordenanza Municipal de salas 3592/05.